¿Y si resulta que el Grinch no tiene ese carácter huraño y antipático porque odie la Navidad? ¿Y si lo que realmente odia es el maldito parón liguero en el que no puede disfrutar del equipo de su alma?
A los más de un millón de aficionados béticos que vieron la campaña les pareció una teoría totalmente comprensible.